miércoles, 11 de enero de 2017

RELATO BREVE: ¿CÓMO SE GESTA LA CONSTRUCCIÓN DE LA CAPILLA BAJO LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE BÁSTULA (ÚBEDA)?

Siguiendo con el ciclo de relatos cortos comenzado con la primera visita de Francisco de los Cobos a su nuevo palacio, y seguido por otros dos más, aquí dejo el cuarto relato. En este, tras unos datos en los que os daré a conocer cómo es realmente el edificio, relataré cómo se gestó la idea de la construcción de la capilla que, en «La triste mirada del artista», sitúo bajo la Basílica y Real Colegiata de Santa María la Mayor de los Reales Alcázares de Úbeda. Además, aparece la cruz de la novela que yo, imaginariamente, utilizo para señalar la entrada a la capilla. Esta, estuvo originariamente formando parte del pretil de la fachada del templo.




En los enlaces anteriores, y a modo de información, podréis encontrar más datos sobre este templo. No obstante, utilizando los datos obtenidos de la wikipedia, os dejo un pequeño resumen de esta iglesia: 


Basílica y Real Colegiata de Santa María la Mayor de los Reales Alcázares de Úbeda, declarada Monumento Nacional y parte de conjunto Patrimonio de la Humanidad, es la iglesia principal de la ciudad de Úbeda, Jaén y tercera de la diócesis jiennense. Se encuentra en la Plaza Vázquez de Molina, frente al Palacio de las Cadenas, formando parte del conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003.   

Historia 

La iglesia se asienta sobre un suelo arqueológico de la Edad de Bronce, lugar sagrado desde tiempos inmemoriales, siendo finalmente edificada sobre los restos de la mezquita mayor, tras la conquista de la ciudad en 1233 por Fernando III, el Santo. El 29 de septiembre de 1233 el rey San Fernando III con su corte entró a la mezquita mayor de la ciudad por la puerta principal de la misma, para celebrar la victoria de la reconquista de la ciudad y consagrar la mezquita en iglesia católica, bajo la advocación de Iglesia Mayor Parroquial de los Reales Alcázares y de Nuestra Señora de la Asunción.

Desde 1259 fue titulada Iglesia Mayor Colegial y desde 1852 ostenta el título de Iglesia Mayor Parroquial, al perder la condición de Colegiata. Fue la tercera iglesia declarada como basílica menor en la diócesis de Jaén, en el año 2014.

En dicha iglesia, la base gótica florida de su construcción se levanta sobre restos arqueológicos neolíticos, íberos, romanos, godos y se enriquece con elementos musulmanes, románicos, góticos, renacentistas, barrocos, neoclásicos, etc., hasta constituir un conjunto que el historiador Juan Pasquau calificara de «…inigualable democracia artística, en la que todos los estilos pugnan por sobresalir y ninguno lo consigue en exclusiva». Lo más interesante son sus fachadas, el bellísimo claustro, las capillas del interior y la rica rejería del interior.

Fue gravemente dañada en la Guerra Civil Española, aunque la iglesia no perdió su imagen original hasta la casi destrucción del templo en 1986, a manos de la contraproducente obra de Isicio Ruiz Albusac. Y desde entonces permaneció cerrada por obras de restauración hasta marzo de 2011 en que finalmente se pone simbólicamente un punto de cierre a la restauración y se entrega el templo a los ciudadanos. En 2012 el obispado decide cobrar por visitar este templo, la ciudad de Úbeda se rebela, y se comienza una recogida de firmas para evitar esto, además de grupos de apoyo en las redes sociales, ya que gran parte de la ciudad considera que tras invertir más de 6 millones euros de dinero público, la iglesia debería de estar abierta a todos los ciudadanos. En octubre de 2014 el obispo de la diócesis de Jaén, Ramón del Hoyo López anunció la declaración de la iglesia como basílica menor. 

Restauración 

El templo fue cerrado en 1983 para proceder a su restauración, puesto que la inclinación de sus pilares amenazaba ruina inminente. Tras 28 años de obras, por diversas corrientes restauradoras el templo ha visto modificada su fisonomía original y ha perdido buena cantidad de bienes muebles en su interior que han pasado a otros templos y a varios repositorios museísticos. 

El primer arquitecto que llevó la obra fue Isicio Ruiz Albusac, quien procedió al desmontaje de las bóvedas barrocas de yeso, por pensar que eran las causantes de la ruina. Esta intervención fue contraproducente e hizo que el templo acabara por desestabilizarse. 

Será Enrique Venegas quien tome las riendas de la restauración, haciendo un profundo estudio del edificio, consolidando sus cimientos inestables (verdadero causante de la ruina), así como sus pilares y arcos. Para cubrir el templo se instaló una techumbre de madera, restituyendo la que el templo tenía originalmente entre los siglos XIII-XVIII. Igualmente se ha eliminado el yeso dejando la piedra original de las paredes y las capillas laterales se ha solado con mármol y suelos cerámicos, distintos de la estética original. Recientemente se han limpiado las portadas. En marzo de 2011 se ha entregado la quinta fase, con el enlosado del templo con mármol (en sustitución de las primitivas losas de piedra), y la restauración de la Capilla de Jesús Nazareno, así como parte del claustro y la sacristía.

Descripción

Este edificio mezcla diferentes estilos (gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neogótico) fruto de una construcción que se extiende desde el siglo XIII al XIX. 
Al estar intramuros del Alcázar, estaba sin comunicación con la ciudad hasta principios del siglo XVI, salvo un pequeño postigo que aún se conserva en el claustro y por el que según la tradición hizo su entrada en la mezquita el rey Fernando III el Santo para consagrarla al culto cristiano. 

Hacia 1510 se inicia la construcción de una portada que la abra al "llano", en tiempos del obispo de Jaén don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, destruyendo para ello un trozo de muralla entre dos torreones; portada de corte renacentista acabada en 1645 según trazas de Pedro de Vera, salvo el friso y el relieve de la Adoración de los Pastores que se debe a Luis de Zayas. 

Por 1833, el Cabildo de la Iglesia Mayor Colegial de Santa María pide licencia al Ayuntamiento para derribar la muralla acastillada del Arroyo de Santa María para utilizar sus piedras. 

El torreón desmochado que se observa en el extremo, es lo que queda del antiguo alminar islámico, que fue demolido al final del siglo XIX por amenazar ruina.

El exterior del templo sigue una línea arquitectónica uniforme, aunque se trata de una obra ecléctica y singular. La fachada y portadas, que datan de la primera mitad del siglo XVII, constituyen de hecho la única parte del edificio que responde a un plan previo y organizado. En la fachada el motivo central es la Adoración de los Pastores. La portada está enmarcada por dos espadañas, construidas en el siglo XIX, tras la demolición de la maltrecha torre de la antigua mezquita aljama, dañada de muerte desde el terremoto de Lisboa de 1755. 

El claustro es una obra gótica de finales del siglo XV y ocupa el lugar donde estuvo el patio de la mezquita. Bajo una serie de bóvedas de crucería, en el interior se conservan 16 capillas, lugar de enterramiento de obispos y de las familias nobiliarias de la ciudad. 

Cabe destacar la puerta de la Consolada, en la fachada este del templo, la cual tiene un gran valor sentimental para la mayoría de los ubetenses, ya que en ella se produce la más bella estampa de la Semana Santa de Úbeda, la salida de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno en la mañana del Viernes Santo.

Conociendo ya lo fundamental de esta impresionante construcción, comienzo ya con el relato de la propuesta de construcción de la capilla que hay, en la novela, bajo la Basílica y Real Colegiata de Santa María la Mayor de los Reales Alcázares de Úbeda

Bástula, 30 de abril de 1538.


—Manuel, ¿qué vas a hacer con tu esposa?

—Mi señor —comenzó a decir cabizbajo—, sé que María me ha traicionado, pero soy incapaz de abandonarla.

—Me sorprende tu respuesta —respondió sorprendido Francisco de los Cobos.

—Mi señor, errar es de humanos —dijo mientras elevaba su vista al cielo—. Tras interceptar la carta acusadora que demostraba su traición e intentar comportarme como siempre lo había hecho con ella, me confesó lo que había pasado con el artista italiano. Ya, ya sé que eso va en contra de lo que promulga la Santa Madre Iglesia, pero soy un mero mortal enamorado de su esposa. Fui incapaz de repudiarla y mucho menos echarla de mi casa. Fui incapaz de odiarla por más que lo intenté.

—Y ahora que está enferma, has considerado la propuesta que te realicé.

—Por más que insista en su alegato, mi esposa no merece descansar en el mismo lugar que vos y vuestra esposa. María no es digna de tal honor, mi señor.

—¿Y qué has pensado para ella?

—Quiero enterrarla en un lugar digno para ella. Me conformo con construir, para honrar su memoria, una pequeña capilla. Ni quiero ni puedo realizar ninguna obra tan grande como la que acometió vuestra persona con la construcción de la capilla funeraria que se alzará junto a vuestro palacio.

—Manuel, vos sois mi mano derecha y también creo que sabéis el aprecio que os tengo. Me haría muy feliz que aceptarais enterraos junto a nosotros.

—Mi señor, después de lo que hizo mi esposa…

—Ya sabéis que Dios lo perdona todo —respondió Francisco.

—Creo que mi esposa no puede estar enterrada en suelo santo.

—¿Y qué habéis pensado entonces?

—Quiero construir una pequeña capilla junto a la iglesia que más nos gusta a ambos. Está en la plaza que tanto significa para vos. Así, mi señor, estaremos cerca de vuestra última morada.

—¿Una capilla subterránea? —preguntó sorprendido.

—Así es. Ya lo he estado hablando con constructores que han trabajado en construcciones de la Orden del Temple. Como ya sabréis, son muchas las riquezas y los secretos que jamás deben ser encontrados.

—¿Templarios? ¿No desaparecieron hace más de dos siglos?

—Mi señor, la Orden desapareció pero los constructores que trabajaron en sus inexpugnables fortalezas, por suerte para mí, tuvieron aprendices. Estos, mi señor, han ido transmitiendo sus conocimientos de generación en generación.

—¿Una tumba par ti y tu esposa bajo Santa María?

—Más o menos.

—¿Y por dónde se accederá a ella?

—Será una capilla solo para nosotros. Estará cerrada y sellada. Tras todo lo que ha pasado, no veo conveniente que cualquiera pueda ir a rezar a allí.

—Pero…

—Mi señor, la puerta acceso se situará en la subida que hay al templo.

—¿Y cómo se accederá a la capilla?

—La idea más factible de todas las que han sido presentadas es la de un techo corredizo. Varias losas del suelo, mediante un curioso mecanismo que han utilizado en otros tantos castillos, se correrán y dejarán al descubierto unas escaleras.

—¡Eso es algo magnífico! —respondió sorprendido—. ¿Tú te enterrarás junto a ella?

—No lo sé aún. En un principio iba a ser la morada eterna de ambos, pero ahora…

—Te entiendo.

—Don Francisco, mi esposa está enferma. Sé que no le quedan demasiados años de vida y si quiero llevar a cabo mi proyecto…

—No te preocupes, las obras pueden comenzar mañana mismo. El dinero que necesites para acometer el inicio de las obras te lo prestaré hoy mismo. Era eso lo que estabas intentando decirme, ¿no? —preguntó sonriente.

—Así es, mi señor.

—Manuel, he tenido una idea. ¿Qué te parece si una alta cruz de piedra blanca señala la entrada a la capilla? 

—Es una magnífica idea. Jamás hubiera pensado algo así.

—A los ojos del pueblo, Manuel, será un símbolo cristiano del templo junto al que se sitúa. Para nosotros, mi querido amigo, será algo más. Mañana mismo mandaré al mejor de los canteros que tengo en la capilla para que comience a construir la gran cruz de acceso.

Pocos días tardó el artesano en tallar y levantar una fría y alta cruz pétrea. La primera pieza del secreto de Manuel había sido puesta. 

En poco más de un año, aquella pequeña capilla estaba terminada. Finalmente, solo se colocó un precioso sarcófago tallado en fino mármol en una capilla lateral. Para acceder a él, una reja en la que Manuel quiso recordar la traición de María. Por más que lo había intentado durante años, jamás pudo olvidar la confesión de su esposa.


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