miércoles, 30 de marzo de 2016

¿DESDE QUÉ MOMENTO UNO PUEDE LLAMARSE ESCRITOR?

Llevo años leyendo la frase: "Escritor desde 1998" (pese a haber nacido en 1975). Hoy he vuelto a leer esta afirmación y me ha hecho pensar en ello durante toda la tarde.

¿Qué es ser escritor? Para mí, un escritor no es aquel que ha publicado alguna novela. Hoy en día, lo fácil es publicarla (otra cosa son ya las ventas, promoción y distribución). Por tanto, alguien que escribe una novela, para mí aún no es escritor (y que conste que yo he publicado una y aún no me considero escritor). Para mí, un escritor es alguien capaz de romper las barreras del tiempo, crear una historia que sea inmortal.

Sí, ya sé que hay muchas personas que escriben... pero, ¿cuántas que lo hacen realmente bien? Pocas, muy pocas. Ser escritor es entrar en un club reducido, en un círculo al que acceden muy pocas personas. Y que conste, que muchos escritores no han llegado a vivir de la escritura; han malvivido de la misma.

Aclarado esto (y sabiendo que es un artículo en el que vierto opiniones personales), me gustaría analizar la frase que anteriormente dije: "Escritor desde 1998". Siempre he pensado que para convertirse en escritor, se ha de nacer con ese don. Por más que nos empeñemos, por ejemplo, en dar clases de pintura, si no tenemos algo en nuestro interior... jamás llegaremos a pintar bien (por más que nos empeñemos).

Llegados a este punto, me gustaría dejar claro que personalmente, en ningún momento he dicho que yo tenga o no ese don. Eso lo reservo para los lectores que acepten el reto de leer mi trabajo. Son ellos los que nos convierten en escritor y no nuestro ego. El publicar una novela, sí es un mérito del cual debemos estar orgullosos. Pero, ¿realmente nos convierte en escritor? No. Por desgracia no funciona así.

En las plataformas más importantes de descarga de libros digitales o compra bajo demanda, encontramos desde verdaderas obras de arte, hasta historias difíciles de leer. ¿Tienen mérito cada una de ellas? Sí, por supuesto. No todo el mundo es capaz de escribir una novela. Respondida esa pregunta, deberíamos hacer otra: ¿Es realmente buena mi obra? Ahí, entra en juego la otra parte de la ecuación: "El lector".

Siempre he dicho que hay que ir pasito a pasito. Las prisas, según se dice popularmente, nunca fueron buenas. ¿Por qué colgarnos un título que puede quedarnos demasiado grande? Reservemos ese privilegio a los lectores, verdaderos protagonistas de nuestra carrera literaria.

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